El día que volvieron las lentas yo estaba en una pista electrónica, tratando inútilmente de que una mina ensordecida y drogada entendiera que me gustaba, sin tener que gritárselo en la cara o saltarle arriba.
Cuando estaba a punto de abandonar, llegaron las lentas. Nos tomaron a todos por sorpresa. Las luces se atenuaron, cientos de personas se abrazaron; ella dejó caer su estúpida botella de agua y puso sus brazos alrededor de mi cuello.
Una hora después salíamos del antro, besándonos. En la puerta, una lenta fumaba y se sonreía. Agradecido y cómplice, le dije al pasar:
- Demoraron en volver, eh?
- ¿Y qué esperabas? - Me respondió. - Somos las lentas.
2 oct. 2010
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