19 feb. 2010

Un taxista

Hoy desperté y me quedé remoloneando. Entre las muchas ideas que me vinieron a la mente, me acordé de la película de dibujos "Todos los perros van al cielo". Pensé que sonaba cursi pero que no dejaba de ser cierto; que a uno, aunque le repugna la idea de que haya un cielo para las personas, le gustaría pensar que hay un cielo para los perros. Intenté justificar el hecho de que todos los perros fueran al cielo, incluso los perros malos, los pittbull y los rottweiler que habían matado algún niño. No me fue difícil pensar que en el cielo de los perros, las almas de los perros asesinos se juntarían con las de los niños muertos, y los perros los llevarían a pasear a caballito y se dejarían tirar de las orejas.

Después me levanté, desayuné con Male, y me fui. Es un día de sol hermoso hoy, frío; a lo lejos se ve el Ajusco todo helado. El taxista, impecable camisa blanca, era conversador. Pasó de los cambios del clima al cambio climático, y de ahí a los experimentos nucleares. Nos pusimos a hablar de los poderosos del mundo, y de los males de la guerra. Siguió hablando del alma humana y me contó, detalladamente, una película que había visto.

El relato duró casi la mitad del viaje: se trataba de un hombre muy enamorado de su pareja, con una hija chica, que muere en un accidente y va al cielo. No se quiere quedar ahí porque ama a su mujer, entonces lo mandan a renacer, supuestamente con la memoria borrada. Esta disposición no se ejecuta, sin embargo, debido a una contingencia burocrática (la película era algo así como una comedia de amor), y el tipo vuelve a nacer con su memoria, esperando volver con su mujer. Al final las cosas se complican, su hija se enamora de él (tienen casi la misma edad); su mujer ya es mayor. Finalmente el ángel encargado de borrarle la memoria lo encuentra, cumple con su asignación, y el tipo termina casándose con su propia hija. El taxista terminó el relato con un: "Entonces, uno dice: 'ah, caray, qué misterio todo, no?'". Y me preguntó si creía en el alma.

Le dije que no, que era agnóstico, casi ateo, y que tenía mis fundamentos. Le dije que creía que lo que llamábamos "alma" era una función de nuestro organismo, de procesos químico-eléctricos, etc. Que en ausencia de eso, adiós alma. Que cuanto más desarrollado el cerebro de los animales, más comportamientos similares a eso que llamamos "alma". Le pregunté si creía que los perros tenían alma.

Entonces me contó dos historias de perros. La primera era la de un perro grande, negro, corriente. Cruza con un perro corriente y uno fino, pero salió corriente. Tenía los ojos tan negros que lo llamaron "Capulín". Siempre andaba con la familia, para arriba y para abajo. Era un perro tan compañero que le gustaba la bebida, y en las fiestas le daban de tomar; se ponía alegre, y después todos bailaban con el perro. Tomaba de todo: tequila, brandi, whisky. Cuando tenían que salir a comprar más bebida en la noche, en un barrio no muy amistoso, llevaban al perro para que los cuidara. Si había discusiones en la familia, el perro se ponía a llorar. El taxista les decía: "Ya ven, ya ven cómo por andar discutiendo el Capulín está llorando".

Después el Capulín se murió. Ahí decidieron que tenían que enterrarlo como a una persona, entonces lo llevaron al Ajusco, a hacer una zanja y enterrarlo bien profundo, con cal encima. Desde entonces (de esto hace como 20 años) tienen un cementerio de mascotas en el Ajusco.

La segunda historia era de hace pocos años. La hija del taxista estaba en la primaria, y él decidió comprarle "uno de estos perros chiquitos, negritos, un frainchpun [french poodle]". La hija lo amó desde el primer día, y le decía "mi peluchín". "Y mi peluchín esto, y mi peluchín lo otro. Total que un día se sale el peluchín de la casa, y come algo por ahí, y se envenena." Lo llevaron al veterinario, le pusieron suero, estuvo tres días muriéndose, y se murió. Entonces fueron a enterrarlo al Ajusco. El "cementerio" está a un lado de la carretera, en un lugar donde ésta hace una curva muy pronunciada. Detuvieron el auto ahí, la hija se quedó con la madre, recostadas contra las puertas del auto, mientras los hombres iban a enterrar al peluchín.

Mientras están haciendo la zanja, el señor empieza a sentir un ruido extraño, como de máquina arrastrándose, que se acercaba. Paran de cavar, y vuelven a sentir el ruido, cada vez más cerca. Desconcertados, miran carretera arriba y ven bajar una rueda de camioneta, bastante rápido. Cuando llega a la curva, la rueda gira, "como si la jalara un imán", y se dirige hacia el auto donde estaban recostadas la mamá y la hija. Apenas tiene tiempo la madre de tironear de la hija y la rueda golpea contra la puerta, abollándola. Segundos después, mientras se recuperan del susto, ven venir carretera abajo una camioneta, sin la rueda, haciendo mucho ruido. Era el ruido que el hombre había escuchado antes. Luego de pasado el mal momento y de los reproches a los de la camioneta, el hombre se puso a pensar. Concluyó que un giro tan inexplicable de la rueda (que en realidad debía haber seguido de largo), se debió a que el perrito quería tanto a su hija que se la quería llevar con ella. Mientras me contaba esto, yo miraba, a lo lejos, las laderas heladas, los bosques de pino del Ajusco.

Después siguió contándome cosas: de cómo casi no iba a la iglesia pero conversaba siempre, adentro del taxi, con Dios. De cómo trataba de llevarse bien con todo el mundo, y de hacer el bien, aunque algunos hijos no le hicieran caso, o aunque algunos yernos tuvieran aires de grandeza. Me contó que no le gustaba le religión, porque la iglesia estaba llena de pederastas, pero que eso no implicaba renunciar a lo divino. Y me decía: "Pero ¿qué pierde con creer? No le perjudica... crea!", y yo le explicaba que era imposible, pero que en el fondo lo que importaba no era eso, sino que uno se dedicara a hacerle bien a la gente que andaba por ahí. Y me decía que sí. Y que a veces los científicos, que quieren clonar a los hombres, pueden hacer mucho mal, pueden crear monstruos. Y yo le decía que los científicos que inventaron la bomba atómica seguramente creían en Dios. Y el me dijo que los terroristas islámicos que se tronaban contra los edificios, seguramente no podían ir al cielo, porque estaba en la Biblia que había que morirse cuando a uno le tocaba, y no antes. No había que ahorcarse, ni nada. Y que también era bueno que yo no tuviera ese peso de la religión encima, porque dios nos había dado libre albedrío, y los mexicanos "a veces tenemos muchas raíces".

Hace un rato que ya habíamos llegado, y el tipo hasta había apagado el taxi. Tuve que decirle que se me había hecho tarde, y se despidió con mucha alegría. Antes, para dejarlo más conforme, le expliqué que si bien yo era muy racional y no podía creer directamente en nada, siempre estaba abierto al misterio. Eso le gustó.

15 feb. 2010

Mirando patinaje artístico de los JJOO de Vancouver 2010, sé que el mundo se divide en (adivinen) dos clases de personas: aquellas que, cuando un artista falla, lo abuchean protegidos por el anonimato; y quienes, desde el mismo anonimato, lo compadecen.

Nota del 18.02.
Dicotomía que precede a la anterior. El mundo se divide en dos clases de personas: aquellas que creen que los artistas les deben algo, y quienes creen que les deben algo a los artistas. Esto es independiente de que el artista sea bueno, pésimo, o incluso involuntario.

9 feb. 2010

Despertar

Cuando no estás acostumbrado a comer tanta carne, con papas fritas, en la noche, te pasan estas cosas. Uno: ponés el despertador a las 6.30, pero te olvidás de activarlo, así que te despertás a las 7.30. Dos: soñás, por primera vez en tu vida, con una melodía que podés recordar, y que está buena. El problema es que no estás seguro de si la melodía es inventada en el sueño, o si es un recuerdo olvidado, y que aunque ya van varias horas que estás despierto no alcanzás a darte cuenta de si conocías esa canción de antemano o no. Es que en el sueño, la canción es cantada por su supuesto autor, por un amigo real que existió y que se murió. En el sueño el amigo ya estaba muerto, y escuchabas una grabación, y pensabas: "Este viejo tema es excelente, hay que recuperarlo, hay que mostrarle a la gente lo buen compositor que era este tipo". Recordás incluso la letra, una parte al menos, lo suficiente para indagar si la canción existe o no. Tenés que preguntarle a otro amigo a ver cómo es el asunto. Si la canción existe, será un misterio saber por qué la recordaste en el sueño, y cómo la recordaste tan bien, o al menos será interesante averiguar con qué grado de precisión la recordaste. Si la canción no existe, será un misterio saber cómo la inventaste, por qué se la diste al amigo muerto, y también será interesante ver si la podés sacar de tu cabeza y convertirla en una melodía real. Tres: también soñás que vas al médico porque tenés un lado de la cabeza, el derecho, sensiblemente más grande. Es raro, porque creés ver ese lado de la cabeza con el rabillo de tu ojo derecho, una enorme superficie que se extiende hacia atrás, hacia arriba, probablemente también hacia adelante. Podés incluso tocarla con la mano, pero no es muy claro qué forma tiene. Lo más extraño de todo no es eso, sino que vas al médico, y el médico te dice que te quedes tranquilo, que no tenés nada.

1 feb. 2010

Vimos la última película de los Cohen en el cine, "Un hombre serio". Es un buen trabajo. Al nivel de los Cohen, que ya es alto, pero no más. Me gustó más que "Burn after reading" y que "No country for old men". Es una comedia con toques de drama. Hay muchos judíos y hacen chistes con eso todo el tiempo, lo cual es gracioso para judíos y no judíos, que de tanto ver a W. Allen y a La Niñera ya saben más o menos de qué va la cosa. Vayan a verla.

Es una película redonda. El final es abrumador, más abierto tal vez que cualquier otra película de los Cohen, y esto de manera muy explícita, con metáforas muy claras sobre la falta de control sobre la vida, el mundo como una serie de eventualidades impredecibles y sin sentido, aunque tal vez en el fondo se insinúa que hay un sentido en el caos, o que el caos es el sentido. Tal vez abusan un poco de ese regocijarse en ver a sus personajes como títeres del destino. Un paso más y estarán haciendo de sus personajes justamente eso: marionetas animadas por un guión que no comprenden. Quiero decir que falta sólo un paso para que introduzcan esa meta-narrativa en la propia película, como cuando en los dibujitos animados se mete la mano del dibujante a pelear con su creación.

A veces puede ser un poco chicluda, larga, con algunas escenas no imprescindibles.

Tiene dos o tres momentos muy graciosos, y otros bastante dramáticos. Observé que ya hay gente que va a ver una película de los Cohen como si esto entrañara la obligación ineludible de reírse. A carcajadas, desde el principio. Es el tema de las expectativas y la mercancía: si pagaste para que te hagan reír, y no te reís, como que te estafaron. Y la gente no quiere ser estafada. Por otra parte, si creés en la equidad "Hermanos Cohen = me cago de la risa", vas a interpretar como humorada cualquier escena que veas, aunque sea la de un tipo en un ataque de angustia. Antes odiaba eso, ahora me acostumbré.

Sonreí tres o cuatro veces y me carcajeé en una. O sea, mucho.

Otra cosa, hace como un mes fui a ver AVATAR (3D, ST), y estoy a favor. Es más, volvería a verla.

Me mudé al centro de Coyoacán. Acabo de instalar internet en casa, después de años de ilegalidad. Probablemente hoy me compre lavarropas y me libere de la esclavitud de la lavandería. Tengo un equipo deportivo nuevo, negro, que me queda muy bien. Vivo a 5' caminando del parque donde corro, y a 8' caminando del cine. También hay una pileta cerca. Mañana voy a preguntar cuánto cuesta.