pasó la primera vuelta de las elecciones. estos últimos días la ciudad fue una fiesta, de banderas, autos, gente. en uruguay los frentistas festejamos/festejan de antemano. hay mucha sed de festejo. es una forma de hacer justicia, de alegrar unas calles que 10 meses al año cultivan con dedicación el pesimismo. los uruguayos sólo nos permitimos estos pocos días de efervescencia. también quienes, a la distancia, sólo podemos ver desde lejos las multitudes, los colores, la luz. yo también decidí suspender el ejercicio de la distancia, aceptar la emoción, creer. cada cinco años, la utopía existe. no sólo se renueva la esperanza, se vive en ella.
es normal, es lógico, y hasta deseable que ese entusiasmo haga perder la perspectiva. por eso sólo puede durar poco. es lógico que la gente haya creído que ganábamos en primera vuelta, aunque ninguna encuesta diera eso. es lógico que la carga afectiva sobrepase el realismo amargo que en el que somos expertos los otros 350 días.
se perdió el plebiscito contra la impunidad. no hay nada que llorar ahí. las lágrimas llegarían 20 años tarde.
no ganamos en primera vuelta, pero sacamos cerca del 48% de los votos. el partido nacional sacó el 28, y el colorado, el 18. la victoria en la segunda vuelta es prácticamente un hecho. en otras circunstancias, esto debía haberse interpretado como una victoria avasallante, un festejo obligatorio.
sin embargo, las decenas de miles de personas que estaban en la calle, esperando para dar rienda suelta a la alegría - alegría que, en otros lares, puede ser incomprensible porque se trata de continuidad, de un segundo gobierno del mismo partido - se vinieron abajo. se acongojaron y dejaron caer las banderas. no ayudó, por supuesto, el discurso improvisado, sacudido, de un Mujica que no supo asimilar esto que es, en realidad, una victoria diferida. no ayudó tampoco la derrota de la papeleta rosada, y saber que los milicos de mierda que andan sueltos, que son muchos y sus nombres son difusos, van a seguir sueltos. no ayudó que el otro plebiscito, el que nos iba a permitir votar a los emigrados, fuera derrotado, por desinformación, por desidia, por desconfianza o resentimiento.
pero sobre todo, creo que el entusiasmo siempre llama al entusiasmo, que la alegría sólo puede alimentarse de más alegría, y que la necesidad de mantener este fervor sólo podía satisfacerse con una versión exponencial de la victoria. y bueno, esas victorias se dan muy pocas veces. más, en democracia.
ahora el zorro habla de frustración. pregunta que dónde está toda esa energía, a dónde se fue. es eso, la frustración es la forma que ahora adopta esa energía. es la otra cara, dura pero necesaria, igual que en el fútbol. elegimos ser nobles, aunque por poco tiempo, y el que es noble, sufre.
espero que dure poco, este sufrimiento. tal vez la segunda vuelta construya nuevamente el entusiasmo.
no se perdió más. Mujica va a ser nuestro próximo presidente, nos pedirá que festejemos. después vendrá la hora de asombrarnos, de entusiasmarnos, de enojarnos, de putear y tal vez temer. habremos de vivir - incluso los que estamos lejos - como vivimos siempre: discutiendo, peleándonos, haciendo chistes, trabajando. la gente pasará frío en invierno, habrá pobres que sigan siendo pobres, pero tal vez en 2014 sean menos.
yo me pelearé con mis abuelos: defendiendo al gobierno frente a uno y atacándolo frente al otro. uno de mis abuelos seguirá defendiendo a rajatabla los aciertos de un gobierno que hubiera juzgado como errores en los anteriores. el otro, incapaz de dar el brazo a torcer, seguirá diciendo que su negocio marcha mal, y que en todos lados se cuecen habas. mi padre intentará convencerme de que la democracia es un error, y de que él debería ser quien condujera el despotismo ilustrado que nos conducirá al horizonte luminoso de la Justicia. el cuidacoches de mi cuadra, Alberto, me seguirá diciendo que el FA no está haciendo las cosas del todo mal, pero tampoco del todo bien. y me seguirá diciendo que como Peñarol no hay otro, aunque Peñarol no gane un campeonato hace años. Alberto seguirá viendo la política como siempre, como hay que verla: a partir de la plata que tenés en el bolsillo, pero sin olvidar que tu bolsillo no es el único. Alberto nunca quiso aceptar el Plan de Emergencia. nunca quiso que le dieran plata por no trabajar; sigue trabajando de cuidacoches. supongo que seguirá trabajando de cuidacoches por mucho tiempo, aunque espero que pueda terminar su casa y cambiar la bici por una moto. o por un autito usado.
esa es la medida de la utopía en Uruguay, que Alberto se compre un auto y que su ingreso no dependa de dádivas. que mi abuelo diga que el negocio va como nunca. que mi otro abuelo diga que los blancos tienen algunas buenas ideas.
muchísima gente seguirá viviendo esa media vida imposible que viven en uruguay. la película whisky no exagera un ápice. uno de los directores se mató.
mis sobrinas van a crecer sabiendo que la política importa, que es una oportunidad, entre otras, de mostrar algo bueno en nosotros. una oportunidad para hacernos nobles, para amar sin odiar.
muchas esquinas seguirán tristemente iguales a sí mismas, anónimas, no demasiado sucias, tejiendo sombras mal abrigadas.
periódicamente se renovará el ciclo del cielo.
playas que conozco seguirán intocadas, espero que por mucho tiempo.