
Ayer leía la noticia de que unos físicos de la U. de Maryland lograron teletransportar información entre dos iones.
OIGAN, no es joda. TELETRANSPORTARON información. Si, ya sé. Entre dos iones. No teletransportaron un tipo con una mosca. Ni siquiera un cenicero.
Lo hicieron a nivel subatómico, esto es, utilizando dos extrañas propiedades de la física cuántica: el "enlace" y la "superposición de estados". Lo primero es algo extrañísimo: cuando dos partículas están enlazadas, medir la posición de una determina exactamente las características de la otra, sin importar a cuánta distancia estén. Es decir, las partículas son espejos, como si hubiera algún tipo de conexión entre ellas. La superposición de estados es cuando algo puede ser y no ser al mismo tiempo. 0 y 1. En este caso, uno de los iones fue llevado a un estado en el que al mismo tiempo estaba activo y en reposo. Ésta fue la información que se transmitió (en realidad se teletransportó) al otro ion. Es decir, no se utilizó el espacio para transportar esa información.
Yo tiro la toalla.
Además resulta que el Museo del Prado acaba de decretar, luego de una investigación exhaustiva, que el Coloso de Goya no es de Goya, sino de un alumno importante de éste, llamado Asensio Juliá. Hay razones técnicas para eso.
Más allá de la cuestión de que nada está probado definitivamente nunca, es interesante esta cuestión. Me siento engañado. Nos engañaron todo este tiempo. O más bien, nos engañamos todo este tiempo.
Vimos una obra mejor que la obra real, porque pensamos que era de Goya. Ignoramos, de manera semiconsciente, algunos defectos de luz y técnica que pudimos entrever. Lo mismo podríamos estar haciendo hoy con otras obras de Goya, o de otros.
O tal vez recién ahora empecemos a encontrarle al Coloso defectos que no son tales; características que muchas obras tienen, y que no por eso las disminuyen. Pero nos detendremos minuciosamente en esos defectos, ya que el Coloso, al final, no se trataba de un magistral Goya, sino de un mediocre Juliá.
Si yo fuera crítico de arte estaría un poco avergonzado. Pero la verdad es que para ser crítico hay que tener extirpada esa parte del espíritu.
A veces el arte también requiere de nuestra compasión y nuestro perdón.