Male está inquieta. Se tira el I Ching a sí misma y obtiene un hexagrama que, como casi todos, le dice algo interesante. Un mes después se vuelve a tirar el I Ching y obtiene el MISMO hexagrama. Male queda completamente atónita.
Yo no creo en el I Ching. Hago un cálculo rápido (64x64) y estimo que la probabilidad de obtener dos veces seguidas la misma respuesta es de 1 en 4096. Probablemente no es un cálculo correcto, dado que hay ciertos misterios a la hora de tirar las monedas o lo que sea, pero para Male es suficiente. Decide bautizar "4096" a la obra en la que está trabajando. Lo único que se me ocurre pensar es que se parece a la película de Wong Kar-wai, "2046".
Un mes después me asignan un cubículo en el Colmex. Cuarto piso. Tengo un teléfono. Mi extensión, por si me quieren hablar ahí, es la 4096.
15 dic. 2008
14 dic. 2008
Debe ser el viaje del miércoles
Un sueño estúpido. Miedo a las alturas. De forma recurrente subía a un techo, altísimo, en el cual no me podía mover de miedo. No se cómo subía, simplemente aparecía allí. Creo que era un acto voluntario, pero no entiendo por qué lo hacía, ya que una vez allí (era un techo curvo y largo, cualquier movimiento hacia los lados podía hacerme caer) era imposible moverme, sobre todo por el terror que me paralizaba. Veía pasar aviones desde allí. También estaba arriba de los aviones.
Debe ser el viaje del miércoles.
Debe ser el viaje del miércoles.
9 dic. 2008
el fin de los ataques de pánico
debe hacer ya más de un año que no tengo un ataque de pánico como se debe, como aquellos que antes me hicieron sentir tan vulnerable
fui alejando el miedo poco a poco, a fuerza de exponerme progresivamente a los factores de riesgo, principalmente al ejercicio físico intenso; esta era la última frontera que debía pasar, y lo hice
pero igual sé que nunca es el fin de los ataques de pánico; sé que cualquier día pueden regresar, bajo una forma nueva o bajo la misma
hoy, por ejemplo, no estoy ni cerca de sentir ansiedad, pero en cambio estoy tratando penosamente de digerir una torta de milanesa que comí ayer a la noche
fui alejando el miedo poco a poco, a fuerza de exponerme progresivamente a los factores de riesgo, principalmente al ejercicio físico intenso; esta era la última frontera que debía pasar, y lo hice
pero igual sé que nunca es el fin de los ataques de pánico; sé que cualquier día pueden regresar, bajo una forma nueva o bajo la misma
hoy, por ejemplo, no estoy ni cerca de sentir ansiedad, pero en cambio estoy tratando penosamente de digerir una torta de milanesa que comí ayer a la noche
5 dic. 2008
la reputísima madre que lo recontramil parió y la concha de la hermana

Otra pinche araña en casa, me cago en dios. La veo en un rinconcito. Me parece conocida. No me gusta matar bichos así que voy a internet a corroborar lo que sospecho. Efectivamente, es una hija de puta del género loxosceles. Esta araña hace cosas como ésta:

Es cierto, es cierto, los seres humanos hacen cosas peores. Pero no viven en mi casa.
Así que tuve que matarla. Acabo de hacerlo. Me pica todo el cuerpo, como si tuviera arañas entre la ropa. También me pica la cabeza.
Esta es una araña muy poco agresiva, tímida, y eso es lo que más me caga: tener que matar a un bicho poderoso pero noble, que no ataca. Y chico, además, o sea, más simpático aún.
Pero bueno. Es la ley del Oeste. Ahora es una manchita.
La culpa es mía, por no aspirar con la frecuencia debida. Este tipo de incidentes debería servirme de lección, pero no creo que lo haga.
3 dic. 2008
2 dic. 2008
manchitas
Ayer hablaba con un amigo: lo veía gesticular, argumentar, reflexionar, buscar una palabra, mirarme. Mi amigo llevaba puesta una camisa celeste.
En cierto momento, casi sin quererlo, me puse fuera de la situación. Vi a mi amigo como lo que realmente es, como lo que realmente somos: un trozo de materia organizada y animada, terriblemente compleja, que interactúa con el entorno procesando información por medio de un pedazo espantosamente complicado de grasa y líquidos, conectado a millones de sensores.
Un pedazo de materia que procesa la mayor parte de la información no en forma directa, no a través de estímulos, sino a través de símbolos, del lenguaje. Un pedazo de materia que no sólo procesa información, sino que la genera sabiendo que es información para otros iguales en el entorno, y que puede generar información falsa a propósito, para conseguir lo que quiere.
Un pedazo de materia que puede decir: "soy"; que es consciente de que existe, y que es consciente de que es consciente de que existe, y que sabe que un día va a dejar de ser.
Ahora veo en mi cabeza, sin mirarlo, un cuadro de Toulouse-Lautrec: es casi un boceto, líneas negras y unas manchas blancas y celestes sobre la tela desnuda.
Una prostituta de pelo rojo se pone las medias a principios del siglo XX; el pintor enano la ve, después la vuelve a ver en su cabeza, y después pinta lo que ve en su cabeza, y lo que ve en su cabeza y lo que pinta van cambiando a medida que lo va pintando.
Lo que pinta son, en realidad, unas manchitas.
Las manchitas se secan, las ven muchas personas y el recuerdo de esas manchitas, multiplicado y deformado en miles de memorias, muere a medida que las personas la olvidan o se mueren. Toulouse-Lautrec también se muere.
Tiempo después, alguien le saca una buena foto a la tela y de esa foto sacan una copia que va a ser impresa en miles de libros. Uno de esos libros llegó a mis manos y hace poco lo miré con atención. Ahora sólo recuerdo una parte de la pintura: algunos colores, una cara inclinada hacia abajo, la curva de la cadera. También tengo presente la mezcla de emociones que me produjo: asombro, alegría, tristeza, compasión.
La prostituta ya no existe. La pintura tal vez siga existiendo, pero no es la misma que pintó el enano. Los colores deben ser más tenues y debe estar protegida por una penumbra y un vidrio.
La reproducción existe, íntegra e infinita, en mi biblioteca; en mi cabeza sólo tengo una parte, pero no puedo decir exactamente cuál.
Soy un pedazo de materia que recuerda unas manchitas.
Tengo frío en los pies.
En cierto momento, casi sin quererlo, me puse fuera de la situación. Vi a mi amigo como lo que realmente es, como lo que realmente somos: un trozo de materia organizada y animada, terriblemente compleja, que interactúa con el entorno procesando información por medio de un pedazo espantosamente complicado de grasa y líquidos, conectado a millones de sensores.
Un pedazo de materia que procesa la mayor parte de la información no en forma directa, no a través de estímulos, sino a través de símbolos, del lenguaje. Un pedazo de materia que no sólo procesa información, sino que la genera sabiendo que es información para otros iguales en el entorno, y que puede generar información falsa a propósito, para conseguir lo que quiere.
Un pedazo de materia que puede decir: "soy"; que es consciente de que existe, y que es consciente de que es consciente de que existe, y que sabe que un día va a dejar de ser.
Ahora veo en mi cabeza, sin mirarlo, un cuadro de Toulouse-Lautrec: es casi un boceto, líneas negras y unas manchas blancas y celestes sobre la tela desnuda.
Una prostituta de pelo rojo se pone las medias a principios del siglo XX; el pintor enano la ve, después la vuelve a ver en su cabeza, y después pinta lo que ve en su cabeza, y lo que ve en su cabeza y lo que pinta van cambiando a medida que lo va pintando.
Lo que pinta son, en realidad, unas manchitas.
Las manchitas se secan, las ven muchas personas y el recuerdo de esas manchitas, multiplicado y deformado en miles de memorias, muere a medida que las personas la olvidan o se mueren. Toulouse-Lautrec también se muere.
Tiempo después, alguien le saca una buena foto a la tela y de esa foto sacan una copia que va a ser impresa en miles de libros. Uno de esos libros llegó a mis manos y hace poco lo miré con atención. Ahora sólo recuerdo una parte de la pintura: algunos colores, una cara inclinada hacia abajo, la curva de la cadera. También tengo presente la mezcla de emociones que me produjo: asombro, alegría, tristeza, compasión.
La prostituta ya no existe. La pintura tal vez siga existiendo, pero no es la misma que pintó el enano. Los colores deben ser más tenues y debe estar protegida por una penumbra y un vidrio.
La reproducción existe, íntegra e infinita, en mi biblioteca; en mi cabeza sólo tengo una parte, pero no puedo decir exactamente cuál.
Soy un pedazo de materia que recuerda unas manchitas.
Tengo frío en los pies.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)